La vocación ha existido siempre, la idea de desarrollar tu vida y tu carrera profesional en algo que te guste es lo más natural y humano que nos podemos imaginar, algo que todos, desde que nacemos nos planteamos en cada generación.
Si bien al final de la parte ética de nuestra formación y educación comenzamos a ver que el dinero, como objetivo práctico, es lo más nos satisface a todos.
¿Qué sucede cuando tu vocación no se convierte en tu mejor forma de ingresos?, en muchas personas florece entonces la idea de convertir su trabajo en algo más rentable o incluso cambiar de trabajo o profesión.
Pero el grave problema sobreviene cuando tienes una carrera o una profesión de las más sensibles para la supervivencia del sentido de lo que llamamos «ser humano» y la transformas en un objeto de éxito financiero sin contar con el objeto de salvaguardar al propio ser humano.
En las carreras como la medicina, la religión y otras cercanas a mantener su objeto de velar por la salud de las personas, a nivel físico o anímico, se ha vivido en la historia de nuestro mundo la desviación hacia el objeto del beneficio monetario, en este caso hay poco que aclarar, solo hay que leer historia.
Pero lo más terrible de la desviación profesional sobreviene cuando la carrera judicial, aquella que nos enseñan a tratar con el mayor de los respetos por formar parte de la defensa de los derechos fundamentales de un país, se convierte en una fuente de ingresos con el desprecio total hacia la humanidad.
Como bien dijo un profesional del derecho de gran reputación… «el resultado final de una sentencia es el fín que ofrezca mayor beneficio al que la dicta». Y ¿quiénes son los que dictan las sentencias? ¿los jueces?. No exactamente.
En el libro que publicó una ex-jueza de la Audiencia Nacional nos descubre que el autentico poder de un juzgado son los Secretarios y Secretarias Judiciales, los llamados «Letrados». Bien, pues ya sea el Juez o el Letrado, cuando se desprecia el autentico sentido y ética de la profesión judicial en pro de obtener el mayor beneficio posible gracias a acuerdos y pactos «bajo mesa» nos adentramos cada vez más en un mundo deshumanizado por aquellos que serían los más capaces de poner al mal en su sitio y defender y proteger a las víctimas de todo tipo de abusos de esta maravillosa sociedad que hemos creado.
Al final, cuando un juez o jueza descubren que su carrera no irá más allá del juzgado de primer nivel al que ha sido destinado, deciden que la mejor forma de proyectar su carrera hacia un «doctorado» más rentable es adaptarse al resultado de un proceso que le produzca mayores beneficios según le guía el letrado o letrada correspondiente. Por supuesto en línea con los conglomerados empresariales que han ido desarrollando algunos despachos de abogados e incluso «organizaciones del sistema judicial» que se vanaglorian de representar la ética de la profesión, ya sea por su licenciatura o diplomatura, como sucede en el entrono laboral.
Cuando se descubren entramados empresariales con corporaciones en pérdidas continuas pero que reparten «supuestos beneficios» entre «familiares» del personal de las «Ciudades de la Justica» solo cabe esperar la velocidad de reacción ante las demandas que interponen y sentencias copiadas a pie de letra por dichas organizaciones que lo nuevos «doctorados» no dudan en ejecutar.
Eso sí, la gran pista para identificarlos es su imágen pública, cuando más se dedican a publicar libros de la ética profesional o forma parte de organizaciones, asociaciones y grupitos de desarrollo de la profesión, ya sabes que es lo que estan tapando.
Próximo artículo: «La jueza que escupió a la cara a una mujer víctima de una violación».
Fuente: https://crudaverdad.livejournal.com/875.html
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